La revolución de la economía colaborativa en el Comercio Internacional

La revolución de la economía colaborativa en el Comercio Internacional

La realidad económica mundial es cambiante, y siempre surgen nuevas formas de intercambio. A raíz de la crisis económica mundial, surgió una verdadera revolución de la economía colaborativa, lo que representa todo un desafío para el comercio internacional.

Tecnologías de la información en la economía colaborativa

La economía colaborativa tiene como principal foco el uso de Internet. Gracias a esto, cada año se facturan miles de millones de dólares en intercambio de bienes y servicios por medio de plataformas digitales.

Sin embargo, en la economía colaborativa no solo se realiza un intercambio tradicional de bienes o servicios por dinero. También se admiten otras variantes como los alquileres, los préstamos e incluso los trueques.

Un ejemplo de ello es la posibilidad de que una persona que posea una vivienda en Buenos Aires, pero que no la usa. Puede entonces alquilarla temporalmente a turistas extranjeros que visitan la ciudad. De esta forma, se obtiene una ganancia por un bien que antes estaba inutilizado.

En cierta manera, esta es una operación de comercio internacional, ya que la transacción puede haberse realizado por medio de alguna app móvil, generando un consumo en divisas que ingresan desde el exterior al país.

Lo particular de un caso como ese, es que no hubo un intercambio de productos. Tampoco existió la necesidad de contratar un servicio de transporte intermodal o de acordar incoterms. Ni mucho menos, se requirió un operador logístico o una agencia aduanal.

la revolución de la economía colaborativa

¿Existe una revolución de la economía colaborativa?

Basta con echar un vistazo a las distintas aplicaciones digitales que promueven intercambios colaborativos para darse cuenta de que este sector atraviesa una expansión sin precedentes. Incluso ha dejado de ser un tema exclusivo de países como Estados Unidos, Alemania o Francia, y ya abarca otras partes del mundo menos tradicionales, como América Latina o Asia.

Por otro lado, se suma la masificación de otras herramientas tecnológicas que facilitan la vida de las personas, así como las actividades comerciales colaborativas. Pero ¿cuáles son los tipos de economía colaborativa?

–          Financiamiento colaborativo

Este método se ha hecho bastante común en los últimos años para llevar a cabo campañas de recaudación y captación de fondos a través de donaciones. Se le conoce popularmente como “crowdfunding”, y existen varias plataformas web dedicadas a ello.

Puede relacionarse con el comercio internacional cuando una persona desea obtener financiamiento para iniciar un proyecto de producción de alimentos artesanales, cuyo fin es exportarlos. Este tipo de recaudación se aplica ahora a muchísimas situaciones.

–          Servicios colaborativos

En este caso, es posible encontrar distintas formas de prestación de servicios. Pueden ser a cambio de un pago en metálico, o en contraprestación por otras tareas no monetarias.

Ejemplo de esto último es la plataforma de hospedaje Couchsurfing, en la que una persona hospeda a un viajero en su casa gratuitamente, a cambio de recibir hospedaje en otros lugares.

A diferencia de ese caso, la app Airbnb también ofrece alojamientos. Pero en viviendas de propietarios que sí reciben una ganancia monetaria, como se describió al inicio de esta nota.

Igualmente, aplicaciones como Uber o Cabify también encajan en esta categoría de la economía colaborativa, ya que contemplan el servicio de traslado puerta a puerta entre privados. Otras como Glovo o Rappi se dedican a la entrega de encargos en el domicilio del solicitante.

Todas estas son formas de comercio internacional, ya que generalmente requieren del registro de una marca en cada país, el pago de tributos y transacciones en divisas convertibles.

la revolución de la economía colaborativa

–          Conocimiento colaborativo

Se trata de redes de intercambio de conocimientos, licencias de contenidos y otras variantes relacionadas a la creación intelectual. Pueden ser fórmulas científicas, contenidos musicales o audiovisuales, piezas gráficas, software, entre otras.

En este sentido, no existen derechos de autor en términos tradicionales, sino derechos comunes de uso. Esto permite propiciar intercambios fuera de las formas comerciales usualmente conocidas, y todo basado en medios digitales.

Finalmente, puede afirmarse que la revolución de la economía colaborativa marcha de manera firme hacia su consolidación a nivel mundial. Pero en Argentina no está exenta de esta realidad. Sin duda, esto representa un reto para creadores, productores y consumidores.

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